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Whiplash: en tempos de guerra

  • Por: Antonio Factor / @FackDrum
  • 14 ago 2015
  • 3 Min. de lectura


Las grandes guerras se ganan con hazaña y sangre. El joven Andrew Neyman (Miles Teller), estudiante de percusión en una de las escuelas más prestigiadas de música de E.U, combate día a día en una hostil batalla; parece que cada momento de su vida cotidiana es un reto a vencer, pero el más intimidante, feroz y hábil oponente, es su profesor y director de orquesta; Terence Fletcher (J.K.Simmons). El arma que emplea Neyman para ocupar el lugar de baterista titular en la orquesta que comanda Fletcher, es la entrega total a las baquetas y los tambores, en donde derrama sudor, lágrimas y sangre. Acciones guiadas por motivaciones personales: la música, el jazz, Buddy Rich y éxito.

Así es Whiplash: música y obsesión, largometraje escrito y dirigido por Damien Chazelle. Se “puede” catalogar una película de superación personal y optimismo, como aquellas cintas sobre personajes que luchan por alcanzar sus expectativas en la vida. (Ejemplos) el joven que entrena para ser mejor en artes marciales, la bailarina que lleva al limite su sueño de protagonizar una obra, el afroamericano que en plena segregación racial, quiere ocupar un lugar que la sociedad no permite y etcétera.


Whiplash es parecido, pero su receta es diferente, lo cual (sin la intención de rimar) la hace inminente: batería, jazz y pasión. Centrado en la vida de un desapercibido joven baterista de jazz

que practica para estar entre los mejores: Gene Krupa, Lionel Hampton y por supuesto Buddy Rich. Su objetivo es triunfar, y tal vez no cumplir la premisa de aquella frase, escrita en el poster que luce en la pared de su habitación: “Si no tienes habilidad, terminaras tocando rock”.


El jazz es oro dentro de la cinta, además de estar perfectamente acoplado con tomas y encuadres que el director propone bajo la influencia de un grande, Stanley Kubrick. Los elementos cinematográficos lucen excelentes, así como las grandes expectativas de Neyman dentro de la historia. Pero sólo eso, porque su vida personal no precisamente es para admirarse; ya que no existía una madre, y su padre, es un desafortunado escritor y maestro de secundaria. Su proyecto de vida como baterista de jazz lo lleva al límite gracias a las prácticas algo inhumanas de Terence Fletcher, quien le marca el tempo a bofetadas. Fletcher, maestro y director de orquesta, emplea sus extremos métodos de enseñanza, con un personal objetivo: mantener vivo el jazz y formar al futuro Louis Armstrong.


La hostilidad de Fletcher y el traumático empeño de Neyman por continuar en la banda y además, ser un reconocido músico de jazz, desencadena que ambos sujetos, pierdan el camino logrado. La batalla final es una exposición de la debilidad humana más fría y enriquecedora para quien la aplica: la venganza. Un sucio juego de Fletcher para desaparecer del mapa de los músicos a Neymar, frente a un público que jamás olvida. Pero éste responde con una hazaña tan emocionante. Una rebelde ejecución de Caravan en donde muestra sus mejores dotes como baterista. Fletcher, al ver tal imperiosa ejecución, deja de ser enemigo de Neymar, para convertirse en su aliado durante la pieza.


Whiplash es una película con una sólida historia, excelentes actuaciones, jazz, guerra, baquetas ensangrentadas y pasión. (Reivindicando lo anterior) no sé si sea la mejor receta que hace diferente a otras películas sobre superación, pero de que despierta emociones después de verla, es una promesa. Si ya la vieron tal vez compartirán la opinión de Moneando, y debes en cuanto no está de más tener un Fletcher en la mente para marcar el tempo y cumplir nuestras expectativas en la vida, pero eso sí, sin bofetadas.


Hasta la próxima entradita

 
 
 

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